Una mujer estaba poniendo flores sobre la tumba de su esposo cuando vio a un anciano colocando un plato de arroz en la tumba de al lado.
La
mujer se dirigió a él en tono de burla y le preguntó:
—¿De
verdad cree que su difunto vendrá a comerse ese arroz?
—Sí,
claro —respondió el anciano— el mismo día que el suyo venga a oler esas flores.
Eloy Moreno