Es un ejercicio que el educador propone al alumno. El ejercicio
tiene que ser sugerente, estimulante y sujeto a cambios. La consigna es un
pre-texto, nada más. Es un detonante que desencadena los deseos de expresarse y
de lanzarse a escribir. ¿Qué es una consigna sugerente? En primer lugar,
aquella que se ha comprobado que funciona. Una buena consigna es aquella que
permite hacer volar la imaginación del niño y del joven, que no les coarta ni
les ata, sino todo lo contrario. Quiero matizar que hay algunos alumnos que por
sistema quieren cambiar siempre la consigna. ¡Ojo!, pues en estos casos no es,
la mayoría de las veces, por necesidad de crear algo distinto, sino por el
deseo de no ceñirse a experimentar un nuevo registro y por cuestiones más
complejas que el educador irá resolviendo. A estos alumnos es necesario
hacerles entender la importancia de esforzarse en la propuesta. Otra cosa es
que alguien necesite cambiarla porque al escribir le surge algo muy distinto o
necesita contar otra cosa. Yo les explico que las consignas están pensadas para
que aprendan nuevas maneras de expresarse, algo que ellos solos no harían, que
después del taller pueden escribir cuanto quieran y que en clase aprovechen el
ejercicio. Y que la consigna no es más que un pretexto, un detonante.