Tienes ideas cuando sueñas despierto, cuando te aburres; te llegan a todas horas. La diferencia entre los escritores y el resto de la gente es que nosotros nos damos cuenta cuando lo hacen.
Neil
Gaiman
Cada
idea es una semilla para una historia. Escribir de forma regular permitirá que
la semilla germine en una historia completa. Si escribes una página diaria, en
unos cuantos meses te darás cuenta de que has escrito lo suficiente para llenar
todo un libro.
Christopher
Edge
En este primer día del curso de escritura creativa tomamos como referencia estas palabras de Esmeralda Berbel. Reflejan perfectamente cómo ha de ser esta primera toma de contacto.
En los talleres de escritura el primer día de clase es tan importante como cada uno de los días que vendrán después; sin embargo, posee una cualidad única: la de ser el primero. Y la forma en que el educador presente este primer día marca una impronta a veces definitiva en el niño y en el joven.
Para
mí la calidad del encuentro tiene que ver, principalmente, con el deseo: tener
ganas. Ellos y nosotros. Debemos tener ganas de aprender con ellos, de
enseñarles, de abrir las infinitas posibilidades que tiene el juego, el
lenguaje, la expresión. Y, sobre todo, no olvidar que el aprendizaje es mutuo.
No
sabemos con qué expectativas llegan los alumnos a su primer día de clase,
cuáles son sus deseos, qué les gusta leer, qué escriben, si se han apuntado al
taller libremente o es más una decisión de los padres... Todas
estas
cuestiones están en la mochila y algunos al principio ni se atreven a hablar.
Éstas son las preguntas que me hago y que les hago a los alumnos en nuestro
primer encuentro y son las que deseo resolver antes de empezar a escribir.
El
profesor que va a iniciar un taller de escritura creativa sabe que entra en un
terreno privilegiado porque a todos, niños, jóvenes y adultos, nos gusta que
nos cuenten historias. Y eso es precisamente el taller de escritura creativa:
contar y que nos cuenten historias.
Esmeralda
Berbel
Los alumnos/as deben traer un
cuaderno a estas clases. En él irán plasmando sus escritos, sus sueños, sus
inquietudes. En este primer día, deben contestar a las siguientes preguntas:
- Nombre real y nombre con que prefiere que le llamen.
- Edad.
- Cuál es su libro preferido y su personaje o personajes preferidos y por qué.
- Qué película vería una y otra vez.
- Si tuviera que definirse con un color, ¿cuál sería?
El profesor también se presenta de este modo.
Se recomienda que sea un momento distendido. Otras preguntas qué se pueden realizar son las siguientes:
•
El peor día de mi vida
•
Un viaje para el recuerdo
•
Mi juego preferido
•
Mis abuelos
•
La primera vez que me asusté
•
Mi lugar favorito
•
Una mentira
•
Mi habitación
•
Un momento vergonzoso
•
Mi primer amor
•
El primer día de algo importante
•
El mejor día de mi vida
•
Una experiencia triste
•
Amigos y enemigos
Hemos tomado como referencia a diversos autores
que realizan cursos de escritura creativa. De toda la literatura sobre el tema,
encontramos especialmente interesante las siguientes obras:
•
Gramática
de la fantasía, de Gianni Rodari.
•
Descubre
al escritor que llevas dentro, de Christopher Edge.
•
Taller
de escritura creativa para niños y adolescentes, de Esmeralda Berbel.
En este último, encontramos una planificación detallada
y minuciosa que bien se adapta a nuestras necesidades, por lo que se convierte
en referencia obligatoria para nuestro taller. Este, a lo largo de todas sus
sesiones, intentará desarrollar la creatividad y la capacidad de escritura a
través de consignas, es decir, ejercicios que se le plantean a los alumnos/as y
que deben reunir tanto una parte lúdica como una parte pedagógica.
La misma Esmeralda Berbel lo explica de esta
forma:
El taller consiste en proponer una consigna que el profesor considere adecuada e invitar a los alumnos a escribir en clase. El tiempo de escritura lo decide el maestro. En general suelen ser unos diez o quince minutos; el tiempo también lo marca el ritmo del grupo: hay veces que tardan más y es importante respetar el tiempo y la inspiración de cada grupo y, en la medida que se pueda, de cada alumno. Si hay niños que acaban enseguida, suelo darles otra tarea y así pueden esperar a sus compañeros sin aburrirse ni molestar. Cuando todo el grupo ha finalizado la escritura, el profesor les invita a leer los textos y entre todos comentan qué les han parecido, qué les sugieren, qué creen que podrían mejorar, cambiar, ampliar o suprimir. Los textos pueden seguir trabajándose en casa, si es necesario, y examinarse en la siguiente clase para ver si el alumno ha encontrado la manera de resolver algunos aspectos de su texto a partir de las reflexiones de sus compañeros. O bien dejarlos tal cual como mero ejercicio práctico.
Esmeralda Berbel
No se trata, por lo tanto, de un taller de ortografía
ni de caligrafía. Lo que nos importa es que los niños/as aprendan a escribir
aquellas historias que tienen en la cabeza, y que lo hagan de la mejor manera
posible.
No
tienen por qué preocuparse, por ahora, de las faltas de ortografía –me he dado
cuenta de que esto los coarta para lanzarse a escribir– y tampoco tienen por
qué anotar lo que el profesor explique ni hacer tareas en casa si no lo desean.
Las horas de taller pueden ser más que suficientes para leer y escribir. No hay
que olvidar que son niños, jóvenes, ¿por qué apresurarse?
Y
para que distingan bien el taller de la escuela, les invito, si quieren, a
sentarse en el suelo, a estirarse, a quitarse los zapatos. A que estén lo más
cómodos posible.
Esmeralda Berbel